PROPRANOLOL: Betabloqueante no selectivo (bloquea la acción de la epinefrina en los receptores adrenérgicos B1 y B2) ampliamente comercializado por su efectividad en el tratamiento tanto de la hipertensión como de la migraña infantil.
Propranolol |
A pesar de estar principalmente indicado para las afecciones nombradas, el Propranolol lleva años probándose y utilizándose en Estados Unidos como tratamiento inmediato en las situaciones traumáticas ya que, como se ha podido comprobar, tras un acontecimiento impactante, el suministro de una dosis de Porpranolol disminuye las probabilidades de desarrollar un TEPT. Si el almacenamiento de una vivencia en la memoria se genera a través de dos vías (el recuerdo de la vivencia y las emociones asociadas a ésta), la función del propranolol es desvincular ambas vías, debilitando o anulando las conexiones emocionales de un hecho. De este modo, el recuerdo persiste permitiendo a la víctima del suceso, por un lado, relatar los hechos con un máximo de detalles (sin extractos de visceralidad) y por otro, permite a la persona continuar con su vida: un conductor víctima de un accidente de coche no cogerá aversión a conducir, una mujer víctima de violación no dejará de salir de casa, la víctima de un atentado terrorista no vivirá condicionado por una persistente paranoia… el propranolol no elimina un suceso de la memoria, transforma sus efectos destructivos en simplemente un mal recuerdo.
Desde la Segunda Guerra Mundial, el interés por el malestar psicológico de los militares americanos que volvían de la guerra ha ido en aumento. Las bajas tras la vuelta eran cuantitativa y cualitativamente significativas: un gran número de exsoldados eran tratados de ansiedad, depresión, ataques de pánico, paranoia… un cuadro de Estrés Postraumático en muchas ocasiones extremo. La necesidad de reducir estas bajas forzó el inicio de tratamiento de los excombatientes con Propranolol. El resultado: disminución del índice de suicidios, aumento de la confianza y un consecuente incremento de reincorporaciones al cuerpo militar. El resultado para la persona afectada y tratada era un borrado emocional de la experiencia vivida. Si nos quedamos en este punto, vemos el mismo resultado que el buscado para el tratamiento de víctimas de un suceso traumático, pero con una diferencia: el militar era víctima de sus recuerdos, experiencias vividas y realizadas. Si se destruye el dolor que producen los remordimientos, se alimenta la desensibilización y la pérdida del miedo a la autocrítica. Con esta pérdida de miedo, la vinculación emocional prospectiva se esfuma: quien aprende lo que significa no sentir, sabe cómo aplicarlo a todos los niveles. No quiere decir que se incapacite emocionalmente a la persona, pero sí que se le enseña a cómo actuar sin consecuencias. Esa persona podrá seguir sintiendo afectividad y dolor por la pérdida de un ser querido, pero no por la realización de ciertas acciones y las vivencias en ciertos contextos. No es acaso esto una creación artificial de una psicopatía focalizada? La desvinculación de la emoción para quien vive rodeado del horror y se acaba acostumbrando a ello es la moderna lobotomización de la conciencia humana.
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